Me hago influencer Contra la violencia de genero

Fue tres veces seguidas a comisaría y no denunció. No pasaba de la puerta. Los agentes le pedían que entrara y declarara como víctima de malos tratos. Pero Carmen (nombre ficticio) clamaba entre llantos que ella —35 años, independiente, formada— “no podía ser una mujer maltratada” ni tampoco la responsable de que su ex fuera a prisión. Tenía que haber otra manera de que sentirse protegida. Las consecuencias de su denuncia le daban pánico. Otras imágenes 2 Fotos Joven, guapa e inteligente, Carmen se enrolló con un atractivo profesor varios años mayor que ella. No hicieron saltar sus alarmas ni la violencia verbal que solía emplear en su entorno, que confundió con un carácter fuerte, ni saber que tenía una condena previa por malos tratos. “Me lo contó él mismo nada más conocernos, como parte de una experiencia traumática de la que intentaba recuperarse. Me dijo que había sido una denuncia falsa que perdió debido al favoritismo de la Justicia con las mujeres y a la discriminación que sufre el hombre en este país. Y yo le creí”. A partir del cuarto mes de relación ella misma se dio cuenta de que no actuaba por voluntad propia. Él era una persona violenta, muy autoritaria, que le hacía sentir culpable de todo. “No era libre ni de irme a casa cuando me apetecía, sino solo cuando él me dejaba marchar. Llegó un momento en el que hasta me daba miedo mantener relaciones sexuales porque sabía que mi integridad física corría peligro. Pero me daba incluso más miedo decirle que no”. Probó distintas estrategias para alejarse “sin daños más graves” del depredador machista que nunca le pegó, porque no hacía falta. “Él me acariciaba pero en esa caricia me estaba pegando. Me perfilaba la clavícula con sus pulgares y el miedo que me infligía era tremendo”.
continuara.....                                                                                  Ivan Larraz

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